La evolución del Rayo, el mérito de Paco Jemez. El carismático entrenador del equipo franjirrojo estuvo muy cerca de condenar a su equipo esta temporada. Su total confianza en el modelo que tan buenos resultados le había remitido el año anterior le impedían dotar a su equipo de herramientas para competir en una liga en la que los errores se pagan con derrotas. Los rivales conocían la devoción del Rayo por la salida en corto y simplemente se dedicaron, durante la primera parte de la temporada, a esperar el fallo del equipo de Jemez. Este siempre llegaba y el rival se llevaba los tres puntos dejando con "cara de tonto" a los jugadores del Rayo.
La situación se fue enquistando, los resultados robaron la confianza a los jugadores hasta el punto en el que el único loco que parecía seguir confiando ciegamente en el modelo era el entrenador. Entonces todo cambió. Jemez se dio cuenta de que el problema no era el modelo, simplemente necesitaba ofrecer a sus jugadores una herramienta para competir y recuperar la confianza en su juego. El modelo era el adecuado, solo se había equivocado de ruta.
Las principales novedades se introdujeron en salida de pelota. Muchos equipos habían aprendido la lección: contra el rayo dejas salir en corto presionas las recepciones de los medios, obligas a salir a los centrales y esperas el fallo. La pieza central del cambio fue Larrivey, un delantero fuerte capaz de bajar balones en largo y dejarlos de cara para que los centrocampistas del Rayo empezasen a jugar de frente y en campo contrario. El Rayo enriquecía así su juego y eliminaba de un plumazo su mayor deficit competitivo, las perdidas en campo propio. Si el rival presiona arriba, buscan salida en largo con Larrivey y juegan a tenerla, como siempre, a partir de la segunda jugada. Si el equipo contrario decide replegar para protegerse de esa salida en largo, los centrales se abren, los laterales suben mucho, Larrivey fija los centrales contrarios y el Rayo empieza a generar superioridades en el centro del campo para trasladar poco a poco el balón hacia sus extremos en situación ventajosa para encarar.
El cambio de Jemez fue mínimo pero tremendamente acertado y sus jugadores se lo agradecieron en forma de competitividad y resultados. El número de goles en contra cayó drásticamente y a partir de la confianza de los resultados el fútbol volvió a florecer en Vallecas.