Le tocaba afrontar al Nápoles un partido trascendental en el devenir de su temporada. El reto era importante, el pase a la Liga de Campeones constituía uno de los principales objetivos del equipo y el resultado desfavorable de la ida en San Paolo la hacía aún más complicado. Esta desventaja de inicio provocó que en varias fases del encuentro el equipo italiano adoptase una posición dominante llevando el peso del partido, situación ésta bastante incómoda para los napolitanos que se sienten más a gusto con espacios.
En la primera mitad, el equipo de Rafa Benítez fue incapaz de superar la presión alta del Athletic combinando con la pareja mediocentros Jorginho-Gargano, quienes apenas intervinieron en esta faceta del juego. El juego iba por fuera y en alguna ocasión sí que encontraron la manera de romper dicha presión por medio de la combinación directa con los extremos. Bien Callejón o bien Mertens posibilitaron que los partenopeos pudiesen salir con el balón jugado alternando apoyos en corto con desmarques a la espalda de los laterales. Las bandas fueron las zonas de actuación del equipo italiano y por donde mayor sensación de peligro causó aunque, eso sí, sin llegar a crear grandes ocasiones de gol.
Estas dificultades a la hora de salir con el balón jugado obligaron a abusar del balón en largo hacia Higuaín, en clara desventaja, generando muchas perdidas de balón y permitiendo que el Athletic estuviese cómodo y apenas sufriese en defensa. El partido se jugó la mayor parte del tiempo en campo napolitano para alegría de Ernesto Valverde. Esta fue la tónica del primer tiempo, la cual hacía presagiar que algo tendría que cambiar para que el Nápoles pudiese llevarse la eliminatoria.
Empezó la segunda parte y al minuto de juego todo cambio. Un balón a la espalda de Balenziaga mal despejado por éste, permitió a Hamsik recoger la segunda jugada en la frontal del área y soltar un disparo preciso a la base del palo que se cólo en la portería de Iraizoz. De este modo, el partido cambiaba radicalmente y se le ponía todo a favor al Napolés, un equipo que prefiere que el peso del partido sea manjeado por el rival, replegar con las líneas bien juntas, apretar en su campo y ante la pérdida del rival matarlo a la contra por medio de sus rápidos atacantes, fundamentalmente a través de los extremos.
Pero cuando todo estaba en su mano y se había puesto el partido como ellos querían, apareció la fragilidad defensiva y una concatenación de errores dio pie a que el Athletic remontase el partido y apease al conjunto napolitano de la Liga de Campeones. Este fracaso puede repercutir de un modo notorio en la plantilla y provocar que algunos de los fichajes que estaban cerca de convertirse en realidad se trunquen ante la imposibilidad de jugar la competición continental más importante. Lo tuvieron en su mano y lo dejaron escapar.