miércoles, 15 de octubre de 2014

Buscando su sitio

Gerard Deulofeu es, sin ninguna duda, una de las mayores promesas del fútbol español. Una perla por pulir que, sin embargo, ha visto su progresión meteórica relativamente frenada por un cúmulo de circunstancias, propias y ajenas. Se define por el regate, tiene un talento único para desbordar a su par e irse con el balón conducido, y como le ocurre a Paco Alcacer (del que ya he escrito) ha nacido en una época equivocada y necesita ajustarse.

El fútbol es un ente en continuo cambio y, como en el resto de ámbitos de la vida, el vencedor impone sus reglas. Las estrategias ganadores son estudiadas, copiadas y anuladas, en un continuo intento de imitar la excelencia. Así el fútbol evoluciona conforme algunos equipos son capaces de marcar una época y dejar su legado que todos buscan imitar. En la actualidad el fútbol vive bajo la alargada sombra del Barça y la Selección Española, dos conjuntos que aunque con notables diferencias fueron capaces de dominar completamente a sus rivales, con un estilo perfectamente definido y buscando siempre la excelencia estética. Por su absoluto dominio generaron una corriente de imitación en busca de acercarse a aquellas máquinas de ganar partidos apabullando a rivales de primer nivel. Bueno, en realidad se generaron dos corrientes, la primera busca imitar ciertos aspectos de aquel juego ofensivo de asociación y la segunda juega a contrarrestar ese estilo de toque, a minimizar sus virtudes y evidenciar sus carencias. Ambas corrientes, aunque antagónicas, guardan una características común: el orden. 

El orden, ya sea para atacar posicionalmente -los ya famosos triángulos de Guardiola- como  para defender con las lineas juntas cerrando espacios, es primordial, es la carta que tienen los entrenadores para ejercer un control sobre el partido. Esta es la situación actual y en estas circunstancias Gerard no encaja. No encaja bien, de momento. Sus virtudes no pasan desapercibidas a nadie, jugador totalmente desequilibrante que gana metros para el equipo con sus conducciones y que es capaz de hacer cosas que otros no pueden y que ganan partidos. Un crack, un talento total, una joya que es difícil encajar en cualquier sistema. Y esa es la realidad, en la época del orden es difícil para un entrenador asumir que tienes a un jugador en banda derecha que va a encarar siempre, una vez tras otra se va a jugar el regate. Y el dribling es una lucha a vida a muerte, o ganas o pierdes, o te vas o la pierdes. Es asumir que en banda derecha van a morir la mayoría de jugadas que lleguen, para bien o para mal.

El análisis es sencillo. ¿Qué produce cuando se va?¿Que provoca cuando la pierde? Y ahí entra en juego la toma de decisiones  del jugador (circunstancias propias) y el sistema de juego propio y del rival (circunstancias ajenas) que determinan lo rentable que es Deulo para su entrenador. Ayer la Selección Española sub21 se jugaba una final en la que Deulo estuvo errático durante todo el encuentro para acabar siendo substituido sin pena ni gloria. España cayó con él y no solo por él, pero su actuación es ejemplo de lo analizado. Desacertado en el uno para uno, no encontró otro medio para ayudar al equipo. Los balones que le llegaban morían en él, casi siempre en pérdidas y varias fueron las ocasiones en las que se dejó ir tras perdida en vez de intentar solventar su error a través de la presión. Al final el balance fue claramente negativo y el cambio totalmente justificado. El se fue enfadado, seguramente más con él mismo que con Celades. Su adaptación de estrella juvenil a jugador de élite está siendo difícil, no encuentra la forma de ayudar a su equipo de forma constante y regular y se le nota ansioso por demostrar cosas continuamente. Su mejoría pasa por la confianza y la calma, y la segunda suele venir tras la primera.

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